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LEYENDAS DE JAÉN II: El Lagarto de la Magdalena Traditional Cache

This cache has been archived.

PurpleTentacle: Hola JulitoMambo,

Observo que no ha realizado ninguna tarea de mantenimiento sobre Su caché ni demostrado ninguna intención por solucionar el problema para reactivarlo desde que le puse la nota de aviso, y ya ha pasado el plazo dispuesto. Al no demostrar interés en mantener y reactivar este caché, no puede seguir estando publicado en geocaching.com, ya que esto impediría que no se puedan aprobar futuros cachés de otros miembros que se coloquen en las cercanías de éste. Como sabe, según las normas de geocaching.com, no se pueden esconder cachés a menos de 161 metros de otros cachés publicados en la web. Por esta razón, procedo al archivo definitivo del caché. Recuerde que no podremos sacarlo del archivo en ningún caso.

De todas formas, quiero agradecerle de nuevo su contribución al geocaching.

Gracias por su comprensión.

Un saludo,

PurpleTentacle
Volunteer Cache Reviewer [ESP]
Geocaching.com

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Hidden : 10/23/2018
Difficulty:
1.5 out of 5
Terrain:
1.5 out of 5

Size: Size:   micro (micro)

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Geocache Description:


Segundo cache de una serie que quiere dar a conocer las leyendas de Jaén.

LEYENDA DEL LAGARTO DE LA MAGDALENA

El manantial más abundante en aguas era el de "La Malena", con un caño grueso como un gran toro, que no cesaba nunca de regalar sus aguas a los habitantes de la ciudad, además de otros muchos, pero de menos importancia.
Podría decirse que era Jaén tierra feliz, si no fuera porque en ese gran manantial, al que nosotros los jaeneros, gustamos más de llamar Raudal, habitaba una bestia inmunda, grande como montaña, fiera como demonio, fea como maldición y hambrienta como rebaño de leones.
Aquella bestia horrible era un lagarto de grandes proporciones, se dedicaba a merendarse todos los atardeceres a alguna de las hermosas pastiras, que con la tranquilidad de su labor, se acercaban a llenar los cántaros de agua al manantial del Lagarto.
Al principio, dicen las gentes que comía un muchacho o muchacha cada mucho tiempo, quizá porque fuera pequeña la bestia.
Conforme crecía el Lagarto, agrandó tanto su estómago que precisó en su merienda una doncella diaria. No contento con esto, aprovechaba el amanecer para desayunarse a algún caballero trasnochado o a algún hortelano adormilado que se acercara al raudal a saborear un poco de la deliciosa agua, antes de encaminarse a la faena diaria en su huerta.
La situación era insostenible. Decidieron las buenas gentes de la ciudad no acercarse a la guarida de aquel Lagarto. Más valía, a pesar de las dificultades que ello conllevaba, buscar el agua en otros pilares de menor abundancia, conservando así la vida alejados de aquella voraz criatura.
Pasado un tiempo, se oían las tripas del lagarto rugir por las calles del barrio de la Malena, por su apetito atroz. Nadie se acercaba a su guarida. Cuando el hambre apretó, comenzó a salir la fiera de la cueva y a recorrer las calles de barrio en busca de alimento humano para no fenecer y aliviar los dolores de su escandaloso estómago.
Fueron muchos los días en que nadie pudo salir de sus casas. El Lagarto estaba pendiente de comerse al primero que se atreviese a salir a la calle, que él ya consideraba de su dominio. Los labradores no labraban, las aguadoras no aguaban, los curanderos no curaban y los pregoneros no pregonaban. Aquello no podía continuar así.
Llegó un día en que un valiente Preso se ofreció a matar al Lagarto a cambio de su libertad. Les explicó el presidiario el plan que había ideado y lo que a cambio pedía, aceptando los gobernantes de esta ciudad darle la libertad si llevaba a buen término semejante hazaña.
Solicitó el Preso el pellejo de un cordero recién muerto, para que bien huela a carne de animal aún vivo, pólvora a convenir, un gran saco de panes calientes para hacer un rastro apetitoso a tan sibarita bestia y un caballo veloz.
Una vez le fue entregado todo lo solicitado, se preparó el Preso para ejecutar su peligroso proyecto.
Un amanecer, mientras el Lagarto dormía, llegó al trote hasta su guarida. Siguiendo el plan previsto, tras despertar a la bestia inmunda, dejó un rastro de pan caliente que el Lagarto siguió hasta la Plaza de San Ildefonso. Una vez llegó allí, vio el Lagarto la piel del cordero, que previamente se había llenado del material explosivo. Encendió el preso la mecha y enseguida, de un solo bocado, tragó el Lagarto el cordero, llegándole a su incansable estómago le abrasó las entrañas y explotó, pegando el horrible animal un reventón como jamás se hubiera escuchado antes en la ciudad.
Hay quien dice que al Lagarto lo mató un valiente caballero. Otros cuentan que fue un pastor al que la terrible criatura comía sus ovejas. Dícese también que reventó la bestia tras atiborrarse de panes calientes. Nos hablan también de yesca y no de pólvora, e incluso hay quien dice que murió la bestia a manos de un caballero revestido de espejos.
Sea como fuere, lo cierto es que cuando reventó tres días de fiesta se dieron en todas las plazas. Vino y alegría repartieron las gentes por todas las calles. Las pastiras volvieron a coger agua en el manantial, los labradores volvieron a labrar, los curanderos volvieron a curar, y cada vez que alguien hizo mal desde entonces, y aún hasta hoy, dícesele fuertemente: "Así revientes como el Lagarto de la Magdalena"
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El cache:
Deberéis llevar estilográfica para poder firmarlo.

Inmediaciones:
Podéis visitar la iglesia de la magdalena, justo enfrente, como los baños árabes, también muy próximos a este cache.

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GRACIAS a la asociación iuventa por el apoyo a esta ciudad y el recopilatorio de estas leyendas.

Espero que lo disfrutéis.

JulitoMambo
 

Additional Hints (Decrypt)

Zntaégvpb l ab rfgn ra yn irewn...

Decryption Key

A|B|C|D|E|F|G|H|I|J|K|L|M
-------------------------
N|O|P|Q|R|S|T|U|V|W|X|Y|Z

(letter above equals below, and vice versa)