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#117 Steampunk Wherigo Cache

Hidden : 8/27/2017
Difficulty:
1.5 out of 5
Terrain:
1.5 out of 5

Size: Size:   micro (micro)

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Geocache Description:

Glifo para los que les gusta disfrutar de los Power Trail. Está formado por 118 cachés. La ruta discurre por una pista forestal alrededor de Las Majadas. Toda la ruta se puede hacer en coche. En los cachés situados después del mirador (tramo Sur Este) es necesario llevar un vehiculo todo camino.



Del capitán Nemo no se tenía ni noticia. De su segundo, tampoco. Ni un hombre de la tripulación se hizo visible un solo instante. El Nautilus navegaba casi continuamente en inmersión, y cuando subía a la superficie a renovar el aire, las escotillas se abrían y cerraban automáticamente. Como no se fijaba ya la posición en el planisferio, no sabía dónde estábamos. Diré también que el canadiense, al cabo de sus fuerzas y de su paciencia, tampoco aparecía. Conseil no podía sacar de él una sola palabra, y temía que se suicidase, en un acceso de delirio bajo el imperio de su tremenda nostalgia. Le vigilaba a cada instante con una abnegación sin límites. En tales condiciones, la situación era ya insostenible. Una mañana -imposible me sería precisar la fecha-, al despertarme de un amodorramiento penoso y enfermizo, vi a Ned Land inclinado sobre mí y decirme en voz baja: -Vamos a evadirnos. Me incorporé. -¿Cuándo? -Esta misma noche. Toda vigilancia parece haber desaparecido del Nautilus. Se diría que el estupor reina a bordo. ¿Estará usted dispuesto, señor? -Sí. ¿Dónde estamos? -A la vista de tierras que he advertido esta mañana entre la bruma, a unas veinte millas al Este. -¿Qué tierras son ésas? -Lo ignoro, pero sean las que fueren nos refugiaremos en ellas. -Sí, Ned. Nos fugaremos esta noche, aunque nos trague el mar. -La mar está movida, el viento es fuerte, pero no me asusta atravesar esas veinte millas en el bote del Nautilus. He podido dejar en él algunos víveres y varias botellas de agua, sin que se dé cuenta la tripulación. -Le seguiré. -Si me sorprenden, me defenderé y me haré matar. -Moriremos juntos, amigo Ned. Yo estaba decidido a todo. El canadiense me abandonó. Subí a la plataforma, sobre la que apenas podía mantenerme bajo el embate de las olas. El cielo estaba amenazador, pero puesto que la tierra estaba allí tras las espesas brumas, había que huir, sin pérdida de tiempo. Volví al salón. Temía y deseaba a la vez encontrar al capitán Nemo. Quería y no quería verlo. ¿Qué podría decirle? ¿Podía yo ocultarle el involuntario horror que me inspiraba? No. Más valía no hallarse cara a cara con él. Más valía olvidarle. Y sin embargo... ¡Cuán larga fue aquella jornada, la última que debía pasar a bordo del Nautilus! Permanecí solo. Ned Land y Conseil evitaban hablarme por temor a traicionarse. Cené a las seis, sin apetito, pero me forcé a comer, venciendo la repugnancia, para no encontrarme débil. A las seis y media entró Ned Land en mi camarote, y me dijo: -No nos veremos ya hasta el momento de partir. A las diez, todavía no habrá salido la luna. Aprovecharemos la oscuridad. Venga usted al bote, donde le esperaremos Conseil y yo. El canadiense salió sin darme tiempo a responderle. Quise verificar el rumbo del Nautílus y me dirigí al salón. Llevábamos rumbo Norte-Nordeste, a una tremenda velocidad y a cincuenta metros de profundidad. Lancé una última mirada a todas las maravillas de la naturaleza y del arte acumuladas en aquel museo, a la colección sin rival destinada a perecer un día en el fondo del mar con quien la había formado. Quise fijarla en mi memoria, en una impresión suprema. Permanecí así una hora, pasando revista, bajo los efluvios del techo luminoso, a los tesoros resplandecientes en sus vitrinas. Luego volví a mi camarote, y me revestí con el traje marino. Reuní mis notas y guardé cuidadosamente los preciosos papeles. Me latía con fuerza el corazón, sin que me fuera posible contener sus pulsaciones. Ciertamente, mi agitación, mi perturbación me hubieran traicionado a los ojos del capitán Nemo. ¿Qué estaría haciendo él en ese momento? Escuché a la puerta de su camarote y oí sus pasos. Estaba allí. No se había acostado. A cada movimiento, me parecía que iba a surgir ante mí y preguntarme por qué quería huir. Sentía un temor incesante reforzado por mi imaginación a cada momento. Esta impresión se hizo tan compulsiva que llegué a preguntarme si no sería mejor entrar en el camarote del capitán, verlo cara a cara y desafiarle con el gesto y la mirada. Era una idea de loco que, afortunadamente, pude contener. Me tendí sobre el lecho para tratar de contener la agitación que me recorría el cuerpo. Mis nervios se calmaron un poco, pero mi cerebro seguía superexcitado. Mentalmente pasé revista a toda mi existencia a bordo del Nautilus, a todos los incidentes, felices o ingratos, que la habían atravesado desde mi desaparición del Abraham Lincoln... La caza submarina, el estrecho de Torres, los salvajes de la Papuasia, el encallamiento, el cementerio de coral, el paso de Suez, la isla de Santorin, el buzo cretense, la bahía de Vigo, la Atlántida, la banca de hielo, el Polo Sur, el aprisionamiento en los hielos, el combate con los pulpos, la tempestad del Gulf Stream, el Vengeur y la horrible escena del buque echado a pique con su tripulación... Todos estos acontecimientos pasaron ante mis ojos como esos decorados de fondo que se ven en el teatro. El capitán Nemo se engrandecía desmesuradamente en ese medio extraño. Su figura se agigantaba hasta tomar proporciones sobrehumanas. Dejaba de ser mi semejante para convertirse en el hombre de las aguas, en el genio de los mares. Eran ya las nueve y media. Me sujetaba la cabeza entre las manos para impedirle estallar. Cerré los ojos. No quería pensar. ¡Media hora aún de espera! ¡Media hora más de pesadilla, de una pesadilla que iba a volverme loco! En aquel momento, oí los vagos acordes del órgano, una armonía triste bajo un canto indefinible, la queja de un alma que quiere romper sus lazos terrestres. Escuché con todos mis sentidos a la vez, respirando apenas, sumergido como e capitán Nemo en uno de esos éxtasis musicales que le llevaban fuera de los límites de este mundo. Me aterró la súbita idea de que el capitán Nemo saliera de su camarote y de que estuviera en el salón que yo debía atravesar para huir. Le encontraría allí por última vez y él me vería, ¡me hablaría tal vez! Un solo gesto suyo podía aniquilarme, una sola palabra suya podía encadenarme a su Nautilus Iban a dar las diez. Había llegado el momento de abandonar mi camarote y de ir a reunirme con mis compañeros. No debía vacilar, aunque el capitán Nemo se irguiera ante mí. Abrí la puerta con cuidado, y, sin embargo, me pareció que al girar sobre sus goznes hacía un ruido terrible. Tal vez el ruido resonara únicamente en mi imaginación. Avancé lentamente por los corredores oscuros del Nautilus, deteniéndome a cada paso para contener los latidos de mi corazón. Llegué a la puerta angular del salón y la abrí con suma precaución. El salón estaba sumido en una profunda oscuridad. Los acordes del órgano resonaban débilmente. El capitán Nemo estaba allí. No podía verme. Creo incluso que aun en plena luz no me hubiese visto, absorto como estaba en su éxtasis. Me deslicé sobre la alfombra, tratando de evitar el menor tropiezo que pudiese traicionar mi presencia. Necesité cinco minutos para llegar a la puerta del fondo que daba a la biblioteca. Me disponía a abrirla, cuando un suspiro del capitán Nemo me clavó al suelo.


Geocachingspain

Additional Hints (Decrypt)

Ire sbgb Fcbvyre

Decryption Key

A|B|C|D|E|F|G|H|I|J|K|L|M
-------------------------
N|O|P|Q|R|S|T|U|V|W|X|Y|Z

(letter above equals below, and vice versa)