El contexto
Santa Cruz de la Sierra vive un acelerado proceso de pérdida de calidad de vida, lo que quiere decir que se vuelve cada vez más difícil ser feliz en la ciudad. Esto tiene varias explicaciones, entre ellas el explosivo crecimiento demográfico por la migración desde provincias y el interior del país, y la falta de un rol pedagógico y ordenador del Gobierno Municipal de la Ciudad.
Ante un escenario en el que se evidencia la pérdida del sentido de pertenencia al lugar y la sensación de que es tierra de nadie, la manera más “efectiva” de adaptarse es velar cada uno por sus propios intereses y supervivencia, aún a costa de pasar por encima de los derechos de los demás, o atentando contra el patrimonio de todos. Es decir, se impone la cultura del atajo. Es más vivo el que más abusa.
El resultado es una cantidad enorme de injusticias, daños a los bienes públicos, y un atropello a los más vulnerables. Y claro, el reforzamiento de estos antivalores (el abuso, la ilegalidad, el egoísmo), que se transmiten a las siguientes generaciones y se transforman en un rasgo cultural.
Si se quiere frenar ese proceso, es necesario intervenir activamente para corregir las ya estudiadas discrepancias entre la Ley, la Moral y la Cultura que se hacen evidentes en nuestras maneras de comportarnos y relacionarnos. Ese divorcio entre los tres sistemas que regulan el comportamiento humano (las leyes, que son obligatorias y por cuyo cumplimiento vela el Estado; la moral, que se “hereda” de los padres y maestros, de los medios y el arte, y cuyo guardián es la propia persona y su conciencia; y la cultura, que está incorporada en hábitos y comportamientos y reflejada en tabúes, tradición, etc. cuya vigilancia ejerce la comunidad) es la fuente de los desencuentros que tanto y cada vez más nos frustran la experiencia de vivir bien la ciudad. El ejercicio sistemático del abuso, la corrupción y la violencia “se va consolidando justamente porque llega a ser culturalmente aceptado en ciertos contextos. Se toleran así comportamientos claramente ilegales y con frecuencia moralmente censurables” dice Mockus.
Para acercar e idealmente hacer coincidir ley, moral y cultura, la estrategia no debe estar centrada en crear más normas y leyes, sino en mejorar la regulación cultural -nuestros hábitos de convivencia- para que nuestro comportamiento sea más coherente con nuestros valores declarados.
Transformar hábitos, maneras de actuar y rasgos culturales es una tarea compleja y relativamente lenta. La manera de encarar el reto es a través de un proceso educativo. Este proceso, que se denomina formación ciudadana, debe ser permanente y sostenido: las iniciativas esporádicas y dispersas no dan resultado.
La Revolución Jigote es una campaña permanente de formación ciudadana que busca impulsar ese proceso sostenido, necesario para comenzar a vivir mejor en Santa Cruz de la Sierra.
Pero este proceso no empieza y termina con información y campañas, ese es sólo uno de los componentes. Los otros dos componentes del sistema no pueden ser implementados por la sociedad civil (como en el caso de la Revolución Jigote) porque se trata de obligaciones y competencias propias del Gobierno Municipal. Si el primer componente es la información, el segundo será la motivación, es decir crear las condiciones para que los ciudadanos puedan cumplir con las normas, para que se pueda hacer lo que piden las campañas de comunicación (que hayan basureros si se pide usar basureros; o pasos peatonales, si se pide respetarlos, etc.). Y por último, el tercer componente será el control y la eventual sanción que la autoridad tiene la obligación de aplicar a quien no cumple. Aunque duela, porque con esto se aplica el principio de justicia y protección a quienes si acatan las normas de convivencia, y porque además un buen tirón de orejas también resulta a veces tremendamente pedagógico.
¿Jigote? ¿mojigote?
Jigote es sólo una palabra, caprichosamente elegida y tomada en préstamo de nuestra gastronomía criolla para representar un conjunto de valores y actitudes que esta generación de cruceños quiere impulsar con entusiasmo y con la convicción de que nos corresponde actuar hoy con fuerza para tener una ciudad mejor mañana. Jigote es una actitud. Una filosofía de vida. Una vida jigote es una vida feliz, y no sólo para vos, sino para la gente de tu entorno. Mojigote es lo contrario. Representa todo aquello que debemos cambiar en nuestra forma de relacionarnos y de ver la ciudad: nuestro egoísmo, nuestra tendencia a distraernos con lo menos importante y olvidar que estamos todos en el mismo barco.
Pero no proponemos una visión maniqueísta, en la que algunos cruceños sean “malos” y otros “buenos”, porque la realidad es más compleja: nuestra teoría plantea que todos llevamos un mojigote dentro, que se manifiesta cuando nos descuidamos; que se nos escapa cuando dejamos de pensar en los demás. El reto es controlar a nuestro mojigote interior, y poco a poco irlo aislando hasta que desaparezca.
La Revolución Jigote representa entonces el esfuerzo y compromiso de la sociedad civil, de personas, instituciones y empresas que apuestan por la ciudad soñada, y que interpelan sanamente a las instituciones públicas para que también cumplan con su papel.
Mas información
http://manual.jigote.com/
http://www.jigote.com/
https://es-es.facebook.com/jigote
https://www.youtube.com/watch?v=Yzd6y4akswY
La cache
Es una cache nano colocada en el local donde ocurrió el lanzamiento de la revolucion Jigote. Como es un local donde hay demasiados muggles se aconseja mucha discrecion a todas las horas.