Situación
La atalaya de El Molar se encuentra en los larededores de la
localidad del mismo nombre, en la provincia de Madrid.
Historia
La atalaya de El Molar es una de las atalayas defensivas árabes de
la Sierra de Madrid. Con el nombre de atalayas se hace referencia a
un conjunto de torres que controlaban el paso a las vías de
comunicación y valles habitados en época islámica.
El conjunto de atalayas de la Sierra de Madrid forma parte de un
sistema defensivo y organizador de un territorio determinado que
conocemos por las fuentes como Marca media del Al-Andalus y que
durante el emirato y califato cordobés constituyó la frontera entre
árabes y cristianos. No en vano, el término Jarama deriva de un
vocablo bereber que significa río de frontera o de nadie. Estas
atalayas fueron construidas entre los siglos IX, durante el emirato
de Muhamed I de Córdoba, y X, en la época de Abd al-Rahman
III.
El grupo de atalayas de la Sierra Norte de Madrid se agrupa sobre
los pasos naturales entre Somosierra y Guadarrama controlando el
acceso a Torrelaguna, Talamanca del Jarama y el Alto Valle del
Manzanares en torno al paso de los Puertos de Navacerrada, Fuenfría
y Alto de León, es decir, controlando los tres pasos del Sistema
Central: la calzada romana de Talamanca del Jarama, la calzada del
Puerto de Fuenfría, que aún hoy une Cercedilla y Segovia, y el paso
a través de Somosierra, que según algunos autores, pudo ser
utilizado por Tariq en el proceso de conquista del año 711.
Existe una línea más al sur formada por un grupo del que aún se
mantienen las atalayas de Torrelodones y de Hoyo de Manzanares. La
segunda línea se sitúa algo más al norte formando el grupo que
mejor se ha conservado y lo constituyen las atalayas de El
Berrueco, Arrebatacapas, Venturada y El Vellón, completadas por la
desaparecida de El Molar.
Cuentan los más viejos del lugar que en el pueblo hubo hasta dos
atalayas moras. De su emplazamiento concreto sólo sabemos que una
de ellas coincidía con el vértice geodésico situado muy cerca de la
fuente del Junco
Nota: no
olvidéis los prismáticos